Reseña #63. Humano, demasiado humano. Un libro para pensadores libres. (Menschliches, Allzumenschliches. Ein Buch für freie Geister)
Estructura de la obra.
De una forma total, el libro se compone de:
-una introducción, subdividida en 8 apartados
-y en 9 capítulos, subdivididos en 638 aforismos.
Ahora bien, de una forma detallada tenemos que estos capítulos tienen su propio título, y cada uno toma las diversas circunstancias que Nietzsche quiere expresar en toda su obra: ya sea la moral, la religión, la crítica a la filosofía, etc.
Ahora bien, con el estilo laberíntico que Nietzsche trae consigo, debemos prepararnos para los distintos mensajes, así que, vamos allá.
-Capítulo I. De las primeras y las últimas causas.
Se divide del aforismo 1 al 34.
El tema central de este capítulo es la crítica a la filosofía occidental: ¿qué le faltó a Platón?, ¿Por qué notamos cierto desprecio a la intuición? ¿Qué es el mundo humano?
Este capítulo es una crítica mordaz hacia lo metafísico. Y esta crítica surge por dos motivos: tanto por lo histórico o la época que vive Nietzsche en este momento que es el auge de la revolución industrial, que recuerda a cierto materialismo, y que centra Nietzsche la base de la intuición como metodología básica para crear una vida humana acorde a lo que se veía: un cierto mejoramiento del mundo desde el presente, lo físico; y el segundo: este libro ya es la ruptura definitiva de Nietzsche a sus antiguos referentes filosóficos y artísticos como Kant, Schopenhauer y Wagner, contradiciéndolos para encontrar una filosofía original que realmente, la podríamos nombrar como "anti-filosofía".
-Capítulo II. Para servir a la historia de los sentimientos morales.
Va del aforismo 35 al 108.
Este apartado es una genealogía de la moral pero como bosquejo, como una idea que divaga, se disuelve y se esfuma para acomodar el pensamiento nietzscheano.
Son básicamente las ideas expresadas en el libro mencionado, pasando con la historia de la moral, su origen y cómo debemos librarnos de los estándares que rigen una moral un tanto hipócrita: la diferencia principal que veo de este libro al origen de la moral es que aquí Nietzsche da una solución muy directa.
-Capítulo III. La vida religiosa.
Va del aforismo 108 al 144.
Me recuerda mucho al Anticristo, con la diferencia de que no está tocado con la fantasía del Zaratustra, y con la gran diferencia de que, a pesar de todo, razona y no poetiza.
No creo que pueda agregar mucho más, solo que prefiero este Nietzsche con una crítica más centrada en la religión de una manera más lógica que en lo que escribió después.
-Capítulo IV. Del alma de los artistas y de los escritores.
Va del aforismo 145 al 223.
Este capítulo se puede razonar como "la cuestión artística", cuyas principales características son las inquietudes de Nietzsche acerca de lo que es el arte y de cómo repercute en la vida y cómo el arte es una manifestación, a veces, superior a lo científico y a lo filosófico por la misma razón de que sus métodos hacia llegar a impresionar o provocar un sentimiento en lo que se presenta, concluye Nietzsche que deberá defenderse a toda costa del socratismo o platonismo que tanto caracteriza a lo occidental.
También se pueden reconocer pequeños consejos para los escritores.
Capítulo V. Indicios de alta y baja civilización. Aforismos 224-292.
Mientras avanzamos por Humano, demasiado humano, es imposible no trazar paralelos y vislumbrar la evolución posterior del pensamiento de Nietzsche. Un capítulo que resuena particularmente y que considero que complementa y profundiza muchas de las semillas plantadas aquí, es el Capítulo 5 de Más allá del bien y del mal, titulado "Indicios de alta y baja civilización". Aunque escrito años después, este apartado actúa como una exploración crucial de la historia y la naturaleza de la moral, expandiendo las ideas que aquí comienzan a gestarse.
En "Indicios de alta y baja civilización", Nietzsche lleva su mordaz crítica a la filosofía occidental (tan prominente ya en Humano, demasiado humano) directamente al terreno de la moralidad. Acusa a los filósofos morales de su tiempo de carecer de sentido histórico, de no ver que la moral no es una verdad universal, sino una construcción cambiante, una "tiranía" sobre la naturaleza humana que, paradójicamente, puede ser necesaria para el "cultivo de la especie" humana. Pero lo más importante es su aguda distinción entre:
Una "baja civilización" (o moral de rebaño), donde la moralidad busca la conformidad y la mediocridad, sofocando la individualidad y la excelencia en favor de la seguridad y la comodidad de la masa. Se prioriza lo común sobre lo excepcional, fomentando incluso una falsa sensación de progreso. En este contexto, Nietzsche lanza una crítica muy particular: la inutilidad de la fatiga con lenguas extranjeras. Para él, el aprendizaje de múltiples idiomas puede llenar la memoria, dar la ilusión de talento, y oponerse a la adquisición de conocimientos útiles y reales. Argumenta que es "cortar de raíz el sentimiento delicado de la lengua materna", y recuerda que pueblos de gran estilo como los griegos o los franceses no aprendían lenguas extranjeras. Una provocación típica de Nietzsche, que alinea con su desprecio por la erudición superficial.
Y una "alta civilización", aquella que es capaz de generar y valorar espíritus superiores. Esta civilización trasciende los valores establecidos y crea los suyos propios, no a través de la anarquía, sino mediante una estricta disciplina autoimpuesta y una dirección sostenida que apunta hacia la grandeza y la auto-superación.
Esta perspectiva complementa enormemente la "anti-filosofía" que Nietzsche ya abraza en Humano, demasiado humano. Si en esta obra que reseñamos empieza a desmantelar los ídolos metafísicos y religiosos, en "Indicios de alta y baja civilización" aplica esa lupa crítica a los cimientos mismos de nuestra moralidad. Nos muestra cómo los valores que asumimos como "buenos" son, en realidad, productos históricos de impulsos muy específicos que pueden conducir tanto a la decadencia como a la verdadera grandeza. Es una evolución lógica: si en Humano, demasiado humano vemos al espíritu libre que se libera de las cadenas de la tradición, en "Indicios de alta y baja civilización" vemos a ese espíritu libre evaluando el verdadero "valor" de las civilizaciones humanas y señalando los caminos hacia una posible elevación.
Capítulo VI. El hombre en la sociedad.
Un apartado que con frases concretas
Me parece muy emotivo Nietzsche en su párrafo 292, que ha sido un párrafo que releo por un tipo de esperanza que trae consigo.
Capítulo VI. El hombre en la sociedad.Aforismos 293-377.
Este capítulo se centra de lleno en las dinámicas sociales y las interacciones humanas, un terreno que Nietzsche explora con su característica agudeza. Aunque su título ya adelanta gran parte de su contenido, ofreciendo una visión clara de su enfoque, no por ello deja de ser un apartado revelador.
Dentro de esta exploración de la sociedad, un tema que resalta es el valor que Nietzsche otorga a la amistad. La presenta como algo estelar, una fuerza que, a pesar de poder implicar una cierta "enemistad" o tensión –entendida quizás como una sana rivalidad intelectual o confrontación de ideas–, siempre trae consigo el mejoramiento de la vida humana. Es una visión muy nietzscheana de cómo la superación y el crecimiento personal a menudo requieren del desafío y el encuentro con otros, incluso aquellos que nos contradicen.
Capítulo VII. La mujer y el niño.
Este capítulo detiene la mirada de Nietzsche en dos aspectos fundamentales y, para él, profundamente complejos de la vida humana: el matrimonio y la niñez. Es imposible ignorar la resonancia personal de estos temas. Fueron, sin duda, apartados conflictivos y con una notoria ausencia de experiencia directa en su propia existencia; la vida de Nietzsche estuvo marcada por una profunda soledad y una distancia de las convenciones familiares tradicionales. A pesar de esta evidente distancia vivencial, Nietzsche demuestra una comprensión, aunque a menudo desde una perspectiva distante y analítica, de su necesidad intrínseca para la condición humana y para la perpetuación de la especie.
En este espacio, el filósofo aborda preguntas fundamentales que trascienden lo meramente anecdótico. Se pregunta: ¿Qué es el amor, más allá de la pasión idealizada o la mera convención social, y cómo se relaciona con la voluntad y el poder en las relaciones? ¿Cuáles son los papeles de los padres para asegurar un correcto porvenir de los hijos, especialmente en lo que respecta a la formación del carácter y la mente, evitando la mediocridad del "rebaño" y cultivando el potencial individual? Y, finalmente, ¿cuál es el papel de la mujer en todo esto, una cuestión que para él está íntimamente ligada a la procreación, a la transmisión cultural y a la preservación de ciertos valores?
No voy a negar que, para el lector moderno, algunas de sus posturas y afirmaciones sobre la mujer en particular pueden parecer un tanto machistas e incluso misóginas. Sus comentarios a menudo reflejan las limitaciones de su época y, probablemente, la soledad y las peculiaridades de su propia vida, que lo llevaron a observar estas dinámicas desde una distancia intelectual, a veces con una frialdad desapasionada o una simplificación extrema. Nietzsche tiende a ver la figura femenina a través de una lente tradicional, vinculada a roles específicos que, según él, contribuían a la estabilidad y la continuación de la especie, más que a su desarrollo individual en el sentido moderno. Sin embargo, es importante contextualizar que, incluso al emitir juicios tan controvertidos, Nietzsche busca comprender las fuerzas fundamentales que operan en las relaciones humanas y en la transmisión de valores a través de las generaciones, aunque sus conclusiones sean difíciles de aceptar hoy en día. Este capítulo, a pesar de sus asperezas, ofrece una ventana a cómo percibía los cimientos de la sociedad y la familia en su búsqueda de los orígenes y la evolución de los valores humanos.
Capítulo VIII. Una ojeada sobre el estado. Aforismos 438-482.
Este es un capítulo notablemente extenso y profundamente teórico, donde Nietzsche dirige su mirada crítica hacia el vasto y complejo ámbito de la política y el Estado. Para mí, la visión de Nietzsche sobre la política a menudo resulta incoherente, una percepción que se asienta en la dificultad de conciliar sus diversas posturas a lo largo de su obra. Frecuentemente oscila entre una feroz crítica a las estructuras estatales y la burocracia, y una implícita (a veces explícita) defensa de valores aristocráticos y de una jerarquía social que no se traduce fácilmente en un programa político coherente o sistemático. Esta inconsistencia, sin embargo, puede ser vista no como una debilidad, sino como parte de su estilo provocador, que busca la reflexión más que la prescripción.
Sin embargo, a pesar de esta aparente falta de cohesión programática, este apartado es crucial para entender sus perspectivas sobre el poder y la organización social. Nietzsche aborda una diversidad de temas con su característica agudeza. Por un lado, nos presenta una visión incisiva del ejército como una forma de religión o de cohesión social, donde la disciplina rigurosa, el sacrificio colectivo y la adhesión incondicional a un propósito superior (aunque no metafísico) emulan la fervorosa devoción religiosa, canalizando la voluntad de poder hacia una acción unificada. Por otro lado, lanza una crítica mordaz no solo a la política en general —entendida como la manifestación de la voluntad de poder en las estructuras de gobierno y las ambiciones humanas que buscan dominar—, sino también a la naturaleza misma del poder, a las ilusiones de progreso lineal que a menudo enmascaran la mediocridad, y a la creciente y a menudo manipuladora influencia de la prensa y los medios de comunicación en la formación y distorsión de la opinión pública.
En este capítulo, Nietzsche desvela las debilidades y las motivaciones ocultas detrás de las grandes instituciones y movimientos políticos de su tiempo. Es un recorrido por las fuerzas que moldean la vida pública y que, en su visión, tienden a domesticar al individuo. Siempre bajo la lupa de su "filosofía del martillo", busca desintegrar las apariencias para llegar a las verdaderas dinámicas de poder y los instintos que subyacen a la organización humana, desafiando nuestras cómodas nociones sobre el progreso y la moralidad política.
Repitamoslo: opiniones públicas, negligencias privadas.
Capítulo IX. El hombre a solas consigo mismo.
Aforismos 483-638.
El apartado más largo y más completo por la gran vida nietzscheana como conocedor de una perpetua soledad. Los peligros de la intelectualidad, la forma en que debemos cultivarnos, la contemplación, la filosofía, toda genialidad nace de la soledad. Las creencias, todo lo que pueda superar el humano así mismo es el resultado de la soledad.
Capítulo IX. El hombre a solas consigo mismo. Aforismos 483-638.
Llegamos al capítulo final de Humano, demasiado humano, y no es casualidad que este sea el apartado más extenso y, en cierto modo, el más completo y profundamente revelador de toda la obra. Es aquí donde el texto se funde de manera más íntima y transparente con la propia experiencia de Nietzsche, un conocedor y practicante de una perpetua y radical soledad. Esta soledad, sin embargo, trasciende la mera ausencia física de compañía; es una distancia espiritual e intelectual intencional que se toma de las convenciones, de las comodidades y de las verdades heredadas, una renuncia consciente a las exigencias del "rebaño" para poder forjar un camino propio. Este capítulo es una meditación sublime y, para mí, el cénit de la expresión nietzscheana: una profunda reflexión sobre el aislamiento autoimpuesto, no como una carencia, un castigo o una fuga, sino como una condición indispensable, el crisol fundamental y el único camino auténtico para el verdadero desarrollo del espíritu y la emergencia de la más alta individualidad. Realmente, me cuesta encontrar las palabras exactas para expresar la magnitud de lo que este capítulo representa; para mí, es, sin lugar a dudas, el mejor de todo cuanto escribió Nietzsche. Su lectura es una experiencia transformadora, un espejo que revela las verdades incómodas sobre la forja del carácter.
En sus aforismos, que se desgranan como pepitas de oro de sabiduría y advertencia, Nietzsche explora exhaustivamente los peligros inherentes a la intelectualidad cuando esta se desliga de la vida, cuando se convierte en un fin estéril en sí mismo. Advierte sobre la aridez del saber por el saber, de la erudición que no nutre el alma ni transforma la existencia, y de la acumulación de conocimiento que no conduce a la sabiduría vital. Y, al mismo tiempo, detalla con una precisión quirúrgica la forma en que el individuo debe cultivarse a sí mismo con un rigor implacable, con una disciplina casi ascética, y con una autenticidad brutal que no permite autoengaños. Este cultivo no es un pasatiempo, sino una labor constante y ardua de autoexamen, de pulir las propias imperfecciones, de enfrentar las propias debilidades y de forjar un carácter resistente y una voluntad inquebrantable. La contemplación profunda, esa mirada penetrante que va más allá de las superficies y las apariencias; la filosofía genuina —esa que no teme desmantelar los ídolos, cuestionar los fundamentos de la moral, romper con las tradiciones y crear nuevos valores para una existencia más plena—; y, en última instancia, toda genialidad que irrumpe en el mundo con una fuerza transformadora y original, son presentadas aquí como hijas directas de la introspección más valiente y la autodisciplina más rigurosa. La genialidad, lejos de ser un don pasivo, es el fruto de un trabajo solitario, extenuante y consciente.
Para Nietzsche, la soledad no es una retirada pasiva, un exilio forzado o una fuga del mundo, sino un laboratorio, un campo de batalla y un santuario personal donde se opera la alquimia del ser. No es un fin en sí mismo, sino el espacio sagrado donde se forja la grandeza y donde se transmutan los valores del individuo. Todas las creencias verdaderamente originales, todas las intuiciones que desafían lo establecido, toda la fortaleza moral que permite resistir la presión del conformismo, y todo lo que el humano puede superar de sí mismo —ese constante e imperioso impulso de ir "más allá", de autotrascenderse, de convertirse en quien realmente es, en un espíritu libre y creador, en un artista de su propia existencia—, es el resultado de ese tiempo dedicado a la reflexión íntima y sin concesiones. Lejos del ruido ensordecedor del rebaño, de las distracciones superficiales, de las vanas ambiciones y de las influencias externas que diluyen y anulan el yo, es en esta introspección radical y valiente, a veces dolorosa pero siempre fecunda, donde el individuo encuentra la fuerza para revalorar los valores, para vivir auténticamente y para moldear su propia existencia, no por la imposición ajena, sino por la imperiosa necesidad de su propia voluntad de afirmación y de la búsqueda implacable de su propia verdad. Este capítulo es la carta magna del "hombre libre" que Nietzsche anhela y la guía para todo aquel que busca la genuina auto-superación.

Comentarios
Publicar un comentario