Reseña #56. Ocho siglos de poesía.

 Uno de los mejores libros que se han impreso... Un verdadero tesoro, es como lo veo. Me da mucho miedo reseñarlo, ya que cualquier reseña no llegaría a comentar en lo más mínimo toda la riqueza que trae consigo este libro. Pero, lo intentaré. 




Antologista.


Un tal Francisco Montes de Oca es el antologista. Craso error tener un nombre tan común como para que los primeros resultados de búsqueda sean confundirlo con un médico o con un escritor que los muy cultos en la literatura ibérica-española conocerán. 


No pude encontrar resultados acerca de sus otros trabajos en Porrúa. Aunque, si soy honesto, creo que su nombre aparece en otros libros de la colección sepan cuantos, así que, sobre la marcha de mis reseñas más o menos intentaré dar noticia de su demás obra que, por la calidad de este libro, merece un gran comentario su vida.


Edición y editorial.


La editorial es Porrúa, el ejemplar pertenece a la colección Sepan Cuantos, cuyo número es el #8. 


La primera edición de la obra apareció en 1961, siendo la edición de mi ejemplar la vigésima, en una cuarta reimpresión.


Mi ejemplar en particular fue impreso en el 30 de enero del 2017. 6 años tuvo que esperar para encontrarme.


Estructura.


La obra se divide en:


-Índice general

-las poesías, o sea, el contenido de la obra,

-Índice biográfico de poetas y

-un Índice de primeros versos.

La cuestión antológica.


Este subtema lo he llamado así por la propia naturaleza del libro. Así como Kant proponía una pregunta como un dilema, así también yo propongo un tema para los lectores: o es una pena desconocer la obra de autores ilustres por completo, o es una pena conocer tan bien la obra de un autor que se desconoce un panorama literario completo. La situación la digo pensando en dos titanes: Quevedo y Góngora, cuyas bibliografías son tan prolíficas que es muy difícil que los lectores normales las tengamos completas, como en el otro sentido de que, si nos "especializamos" en uno de ellos, por supuesto que no veríamos el panorama completo del siglo de oro español.


El libro de Ocho siglos de poesía es una gran antología, tan ambiciosa, que acaso presentará dos o tres poemas que en extensión, a lo mucho, abarcan dos páginas para pasar de manera cronológica a otro autor, comenzando con el Poema del Mío Cid hasta llegar a un poeta mexicano contemporáneo del estado de Chiapas.


Quizá suene desesperanzador que en el mar de poetas que tanto han edificado el palacio de la literatura española solo sean ladrillos en bruto lo que esta antología ofrece, quizá sea lo mejor para enseñarnos las distintas posibilidades que los poetas se han esmerado en expresar las tantas esquirlas del alma humana. 


La odisea hispánica.


La Odisea de Homero, otro libro respetado y respetable, como amable y temible, retumba en muchos lenguajes humanos como sinónimo de una aventura que lleva consigo el conflicto, la nostalgia, el retorno y quizá la venganza para terminar en el pacto o en la pacificación. Así como el viaje de Odiseo trae consigo variedad de facetas que comprenden lo humano, este libro plasma a un humano gigante, cuyo sexo no importa en lo más mínimo, ya que más de cien nombres aparecen para representar la literatura española en forma de poesía, pero con la gran condición de que haya un libro mucho más extenso al acabar sus casi mil cien páginas, esperando que los contemporáneos puedan ofrecer un ladrillo más al palacio que tanto he mencionado.


Opinión personal.


Mi reseña es más que nada sentimental, incluso, debo confesar que no lo he leído completamente, por la misma razón de que es una antología. Solo espero que me haya dado a entender con todo lo que dije. XD.


Disculpen si en toda mi estampa de reseña he usado sinónimos como diversas o muchísimas, pero, siguiendo el razonamiento común de que lo humano no puede siquiera imaginar lo infinito, no he podido encontrar otras palabras que lleven un significado tan numeroso consigo.


Quiero acabar con las elocuentes palabras de Dámaso Alonso, un poema llamado Nuestra heredad:


Juan de la Cruz, purito de Dios siente,

furia estética a Góngora agiganta,

Lope chorrea vida y vida canta:

tres frenesís de nuestra sangre ardiente.


Quevedo prensa pensamiento hirviente;

Calderón en sistema lo atiranta;

León, jerido, al cielo se levanta;

Juan Ruiz, ¡qué cráter de hombredad bullente!


Teresa es pueblo, y habla como un oro;

Gracilaso, un fluir melancolía:

Cervantes, toda Naturaleza.


Hermanos en mi lengua, qué tesoro,

nuestra heredad, -oh, amor, oh poesía-,

esta lengua que hablamos -oh belleza-.

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